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" Volveré y seré millones".
Evita figuraba en la lista de mis escritos pendientes, siempre me sedujo y en mi vida han habido más de una coincidencia alrededor de ella. Razones sobradas me obligan a recordarla; así valido un pasaje de Tomás Eloy Martínez cuando dice: "Las almas aspiran a que alguien les escriba. Contra la fugacidad, la letra. Contra la muerte, el relato".
MARIA EVA DUARTE, "EVITA", nace en los Toldos provincia de Buenos Aires, en mayo de 1919. Hija del estanciero Juan Duarte y Juana Ibarguren. Esta actriz provinciana se traslada a la ciudad de Buenos Aires, en 1935, con el sueño de triunfar y en 1944 conoce al coronel Juan Perón en un acto benéfico celebrado en el "Luna Park". Contrae nupcias, abandona la carrera de actriz y se convierte esta excepcional mujer en su compañera política, tornándose en el espíritu de su movimiento. Durante agotadoras jornadas atendía las necesidades de los menos favorecidos; a través de la fundación "EVA PERON", amenazando con desbordar los límites para alzar la bandera de los desposeídos. Los actos majestuosos entre Perón, Evita y el Pueblo ocurrían en la Plaza de Mayo, sucedían ritualmente el 1 de Mayo y el 17 de Octubre eran jornadas de celebración. El 22 de agosto de 1951 ocurrió el "Cabildo Abierto del Justicialismo" en la avenida 9 de Julio más de un millón de personas concurren, lloran y la proclaman a la Vicepresidencia de la Nación. Las cámaras registran la tensión en el Palco frente a la insistencia de la multitud coreando el nombre "¡Eee viiitaa! ¡Eee viita!", rogándole formar parte de la "Fórmula de la Patria". "JUAN PERON—EVA PERON", y la tardía reacción de un Perón incómodo exclamando: "¡Paren esto! ¡Terminemos de una vez!". La presión militar y la iglesia la obligan a declinar la candidatura y un cáncer del útero, que oculta, le fue consumiendo la salud; demacrada, el 26 de julio de 1952, a los 33 años, luego de una corta y dolorosa agonía, muere en la Residencia Presidencial.
Argentina asiste a una de las más conmovedoras muestras de dolor colectivo que la historia hubiera registrado hasta entonces; la sobrevivieron títulos honoríficos como el de la "Benefactora de los Humildes", "Jefa Espiritual de la Nación", "Evita Capitana". Perón ordena que el cadáver fuese embalsamado por el prestigioso anatomista español Dr. Pedro Ara, velado durante doce días en el "hall" Central del Ministerio de Trabajo.
Cerca de 500,000 dolientes concurrieron para acercarse y besar su ataúd. Los despojos mortales de Evita fueron trasladados al Congreso Nacional donde continuaron los homenajes póstumos.
La capilla ardiente se erigió en la CGT, 17,000 soldados en las calles le rindieron honores y 1,500,000 flores cayeron desde los balcones de la avenida mayo al paso del cortejo fúnebre, en donde más de 2 millones acompañaron el funeral. El público doliente asistió bajo la lluvia helada.
Una madrugada de noviembre del año 1955, en el edificio de la Central Obrera, cuatro camionetas y varios hombres secuestran su cuerpo con órdenes de desaparecerla. Se llevan el cadáver que lucía una túnica blanca, junto con un valiosísimo prendedor en forma de bandera argentina y una cruz obsequio de Pío XIII. El Coronel Carlos Moori Koening mantuvo el cadáver escondido durante un tiempo.
El cadáver de Evita sufre un larguísimo calvario, fue ocultado sucesivamente en el edificio de Obras Públicas; en una camioneta estacionada; en un cine en Palermo; en unos depósitos militares en Belgrano, y en la casa del mayor Arandia, escondida hasta el 6 de julio de 1956, pretendiendo detener la consolidación de un mito.
Abandonado por años en un sepulcro bajo otro nombre secretamente transportado a Milán, sin informar al gobierno italiano, el 13 de mayo de 1957, la enterraron en el cementerio Maggiore. El 3 de septiembre de 1971 le es devuelta la difunta al general Perón, López Rega "El Brujo" abrió el ataúd y dejó constancia de los daños causados al cuerpo. Perón fotografió esas anomalías. Los restos le fueron entregados al general en el exilio en Puerta de Hierro y durante años conservó el cadáver momificado de Evita en su casa. En una caja oculta se transportan los restos de Evita de Madrid a Buenos Aires; no es sino hasta 1976 que el dictador Videla ordena enviar el cadáver de Evita, que descansa en paz junto con sus familiares, en un panteón en el cementerio de La Recoleta.
De esto se trata el artículo de hoy, de recordar personas que quedaron detenidas en el tiempo y atesoradas en la memoria de muchos de nosotros. De repasar la historia de los que no vivimos esos años, para ayudar a comprender por qué Argentina es como es. Todas estas perversiones y sucesos sorprendentes protagonizados contra una mujer que irrumpió en la escena política argentina. Poderosa e influyente, adorada y odiada. Auténtica y magnética; despreciada por el "establishment", por urdir una política de justicia social a favor de "los descamisados"; masa que le fue fiel y que a partir de su desaparición comienza una idolatría alrededor de su figura, convirtiéndola en un mito insoslayable.
ABOGADO