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Después de varias consideraciones sobre dieta, actividad física, índice de masa corporal y otros factores de riesgo para el infarto, el estudio encontró que quienes habían usado aceite de oliva regularmente para cocinar o como aderezo, mostraban un 41% menos de riesgo de infarto, en comparación con quienes jamás habían usado aceite de oliva en su dieta.