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P arece una favela y quien no sabe cree que allí vive alguien. Aunque con todo lo que pasa en ese lugar podría ser que la gente vive en los callejones. Así es Salsipuedes, del que se han escrito mil y un cuentos.
No se sabe con certeza cuál es la entrada ni cuál es la salida; cuál su centro, su calle derecha o izquierda. Lo cierto es que lo que buscas lo encuentras.
La vista se pierde entre el tumulto de gente que frecuenta el mercado. Un espectador situado en el Casco Antiguo verá más hojas de zinc que los que es posible contar en un terreno invadido de precaristas.
Incienso, café, aromas no identificados y alguno que otro menjurje se respiran en el ambiente. Caminas en medio del caos. Cada metro cuadrado de pared es un librería improvisada: De Amicis, García Lorca, García Márquez, Cohelo, Pérez-Reverte, Sinán, la Biblia o el Corán.... Es posible ver un ejemplar de La vuelta al mundo en 80 días al lado de la revista erótica Bartely Legal.
No retes a los vendedores de libros de la bajada de Salsipuedes porque si crees que no tienen algún ejemplar en particular, a como dé lugar te lo consiguen.
Todo allí es casi surrealista y a su vez tan real, es el pulguero más famoso de la ciudad. Cuando llega noviembre se hace imposible entrar por cualquiera de sus accesos. Todo el mundo busca las prendas típicas para que los chiquillos desfilen los días de la patria. Te puedes tomar un café viendo al frente, donde un altar de santería resguarda la entrada.
Una de las vendedoras, una señora en babuchas, me cuenta que la cosa está dura, pero que se puede vivir aún del negocio. Aún si los turistas regatean. Por eso prefiere venderle a los panameños, que pagan lo que es.
Cuando el sol empieza a esconderse se escuchan los candados de los puestos de buhonerías. El tumulto cesa y las calles próximas al mercado se vacían. Comerciantes y transeúntes empiezan a salir si pueden...