DESCONFIANZA COMPRENSIBLE, PERO... Si bien se comprende la desconfianza de los educadores sobre el cumplimiento de promesas y acuerdos por parte del Gobierno, no se puede aceptar que, para garantizar que se cumpla, se amenace el derecho de la niñez y juventud a la educación que merecen y necesita el país que tengan. El motivo de la huelga era justo para los educadores destituidos, pero no para los estudiantes; es su forma de lucha y se les respeta, pero no se puede estar de acuerdo con que se perjudique a unos, la mayoría, para beneficiar a otros, los pocos. Por ello, es de esperar que ambos sectores en conflicto respeten, más allá de sus acuerdos, el derecho del pueblo a educarse. Que cada cual cumpla con la parte que le corresponde, como debe ser, y que no se siga poniendo en peligro el futuro de los estudiantes.
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