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No es tan fácil unir las aventuras de tantos buenos pilotos interioranos que surcaron los cielos en diferentes aviones conocidos como los Piper y Cessna, que increíblemente demostraban cierta capacidad para operar en pistas de tierra o pasto, llenas de huecos, en playas (cuya técnica era especial y se debía tener mucho conocimiento de lo q ue se iba a hacer)... Les cuento. Una comunidad quería tener una pista. Se reunían y le solicitaban al dueño de un potrero que les cediera, para su limpieza, un lote que permitiera los aterrizajes de las avionetas como lo estaban haciendo en otros pueblos.
Los finqueros, quienes eran mayoría, también limpiaban un trillo para que "cayeran" los aviones y los utilizaba más que todo para transportar los mejores pasajeros del área: gallinas, iguanas, puercos, arroz en cáscara además, productos secos desde la capital provincial. Una vez que un piloto aterrizara, les daba las últimas instrucciones como la de que "tumben aquellos palos", "también esas ramas que están muy altas", "cuiden que los animales no se metan en la pista", "un pedazo de tela amarrada en la punta de un palo alto para ver cómo está el viento" y sobre todo tratar de tener una buena amistad con el dueño de la pista para tener un cliente fijo y para ello, le da mejores precios y garantía que lo va a atender.
Con esto, el piloto se aseguraba un plato de sancocho de gallina o un adobo de iguana o cualquiera comida que concordara con la llegada del mismo cerca del mediodía y más con seguridad si había alguna muchachona hermosa por esos lares. Así, en el valle del río Tonosí encontramos pistas en Tonosí, Cacao, Flores, Caña, Los Guánicos, Cambutal, La Tronoza, La Casica. La Pintada, Los Gatos, Los Mendietas, Casi todas las otras pistas eran propiedad privada de dueños de fincas.
Los pilotos que operaban en esta región venían de todos lados. Muchos fueron famosísimos, otros buscaron experiencias y algunos ecuatorianos se presentaron en el lugar. Como se pagaba un buen sueldo a partir de que el piloto generará cierta cantidad establecida como ingreso se veía que, en un Cessna 170 transportaban cuatro pasajeros y algunos menores de edad; además, un saco de azúcar o de sal debajo de la silla y maletas, equipaje y chécheres detrás de la misma. Pilotos atrevidos y hábiles se acoplaban a la situación y los pasajeros, con tal de llegar, aceptaban cualquier condición como cuando se sumaba un pasajero más entre el piloto y el pasajero del asiento delantero siempre y cuando no molestara con las rodillas ni el acelerador ni la palanca de los flaps.
Señores, eso era lo normal. Así se operaba, porque los pasajes, en la competencia, era demasiado barato como dos cincuenta por pasajero y un dólar el quintal, diez centavos por gallina o iguana y dos balboas por un cerdo.
Cierto que se accidentaron muchos aviones, pero, de lo que recuerdo, solo en un vuelo comercial después del despegue en la pista de La Casica en el valle de Tonosí, se presentaron víctimas fatales, como también en el valle de Arenas, donde fallecieron el piloto y un pasajero, como consecuencia de una falla del motor en la pista de Flores y el otro accidente, en el mismo lugar, otro gran piloto, Valerio Arcia, se estrelló, debido a un mal tiempo que lo sorprendió en su ascenso para dirigirse a Las Tablas, en miles de horas de vuelo realizadas.
Los valles de Tonosí, Arenas y Quebro sostenían su economía gracias a los aviones. La calidad de vida mejoró notablemente por aquella facilidad de transportar pasajeros, por el traslado de enfermos, de las autoridades, de los maestros, del personal de los centros de salud, de los comerciantes que podían trasladarse en la mañana, a las capitales provinciales y regresar en las tarde, en los transportes de músicos y materiales para celebrar una fiesta y también para trasladar asesinos y heridos.
La aviación trajo como consecuencia que los interioranos se interesaran en la misma, así, en Las Tablas, contrataron al Cap. Juan Mas, quien enseñó a un grupo de pilotos, que al graduarse se quedó trabajando en la estación y en Santiago. El Cap. Rubén Cantú interesó a una gran cantidad de pilotos comerciales y privados.
Solo cuando la aviación comercial se interrumpió en las provincias, por la construcción de las carreteras fue cuando los pilotos activos se trasladaron a la capital a buscar nuevos horizontes, y todos dejaron huellas, con sus experiencias demostraron volar igual o mejor que los pilotos de Paitilla.
PILOTO Y ESCRITOR.